Domingo 8 de junio de 2014
se nos apareció el mercado negro en bolivia
Hubo que cambiar la ruta programada en un principio y en el trayecto se cruzaron problemas para llenar el estanque del vehículo. Aparecen piedras en el camino...
Harold Mayne-Nicholls
Ex presidente de la ANFP

Mayne-Nicholls, periodista, trabajó en diversos cargos de la Fifa entre 1994 y 2012, además de haber presidido la Asociación Nacional de Fútbol entre 2007 y 2011.

Durante meses planifiqué los detalles de cada día del recorrido. Me ayudé con mapas y con toda la información que hay en la red. Junté ciudades y rutas, buscando no sobrepasar los 500 kms diarios y tratando de llegar siempre de día al destino.


Pero como reza el dicho: "Uno propone, Dios dispone".


Ya con todos los documentos timbrados (todo el trámite entre ambas fronteras toma aproximadamente una hora) y en la mano para dejar Bolivia, nos quedamos unos minutos charlando con los agentes de inmigración y les contamos nuestros planes.


Durante un par de kilómetros no veíamos
nada... todo por instinto.

"¿A Sucre, por Uyuni?", me preguntan. "Sí, es lo más directo" le contesto, con el orgullo de quien ha estudiado las materias por las que será interrogado.


"Yo no le recomiendo esa ruta" me señala el agente, "está tomada la carretera a Uyuni y no lo van a dejar pasar, mejor se van por Oruro, Cochabamba y Santa Cruz. En dos horas y media debieran llegar a Oruro". Nos señala con firmeza y además nos deja escritas las indicaciones para el recorrido.


En total demoramos 8 horas y 20 minutos en llegar a Oruro (tras el cambio de planes la idea era llegar a Cochabamba y de ahí salir mañana a Santa Cruz). Recorrimos 501 kilómetros, con por lo menos 350 de ellos por caminos de tierra, ripio –algunas parte deplorables- por el medio de un salar e incluso cruzando por un río.


En el recorrido fuimos conociendo poblados donde no se veía alma alguna y por más que buscamos no encontramos en todo el camino un solo lugar donde poder detenernos y servirnos un plato. E l almuerzo fue un paquete de galletas.

Estuvimos en la Escuela San Antonio de Padua de Ollagüe, lugar en el que la directora nos preparó un desayuno y nos permitió conversar y jugar un rato con sus alumnos. Son en total 23 que tienen un régimen escolar muy singular. Durante dos semanas tienes clases de lunes a sábado; la tercera semana, van a la escuela de lunes a miércoles. Así, todos los funcionarios de la Escuela pueden disponer de días libres consecutivos, que les permiten visitar otras ciudades. Los niños no se quejan del sistema. Lo conocen desde siempre y lo disfrutan.

En el camino fue muy extraño descubrir cómo funciona en Bolivia la venta de combustible. Durante casi 400 kilómetros, encontramos sólo un puesto de venta. En Colchani, pero estaba cerrado pues con el conflicto de Uyani (los transportistas tienen tomados los 3 accesos a dicha ciudad) no tiene como abastecerse.

Entonces nos íbamos metiendo en los diferentes pueblos del camino a ver si había algún dispensador de combustible (así se los conoce por estos lados). Nada. Hasta que un policía –después de chequear nuestros papeles, "llama la atención tanta vuelta que dan por el pueblo" fue la razón esgrimida- nos avisa que en Challapata podemos encontrar, pero que nos apuremos pues cierran a las 8.


Teníamos tiempo, pero el camino se puso peor. Un temporal de viento y tierra nos permitía ver con lo justo y casi terminamos en una zanja. La visibilidad era peor que cuando uno maneja bajo la "camanchaca" nortina. Durante un par de kilómetros no veíamos nada … todo por instinto.


Cuando llegamos a Challapata, la bomba de la carretera había cerrado. Nos metimos en el pueblo buscando otra estación hasta que encontramos una. Hicimos la fila y cuando estábamos listos para cargar el dependiente nos dice "el jefe no quiere que les venda … den una vuelta y lo hago".


Quedaba muy poco para las 8 y ya sabíamos que si no compras en la dispensadora, debes comprar en "la bolsa negra" con todos los riesgos que eso implica. Volvimos y decidió atendernos. Recibía dólares por lo que ese problema desaparecía. (Dan 6,8 bolivianos por 1 dólar). De tarjeta de crédito ni hablar y nosotros no teníamos suficientes bolivianos.


Cargamos y al momento de cobrar señalaba la máquina 335 bolivianos (unos 49 dólares por los 92 litros) pero él nos decía que por ser extranjeros nos debía cobrar 772 bolivianos (unos 113 dólares). Aquí existen tarifas diferenciadas dependiendo de la patente del vehículo. La más cara la de los extranjeros. No conversamos más de un minuto y ante una buena propina prefirió tomarnos por bolivianos.


No fue malo el negocio que hicimos, pero desde que salimos del servicentro nos asaltó la duda: "y si en Chile hiciéramos algo así con los extranjeros … ¿De qué nos acusarían?"


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VIDEO
La ruta Mayne - Nicholls: Chilenos haciendo patria

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