Jueves 19 de junio de 2014
El blog de Harold: La hazaña desde la tribuna y las pocas ganas de irse del Maracaná
En la tribuna del Maracaná era clara la presencia mayoritaria de camisetas rojas de Chile por sobre la de los españoles. Y cuando vino la ceremonia de los himnos, era evidente que el “y ya lo ve, y ya lo ve somos locales otra vez” era algo más que un canto. Era una realidad.
Harold Mayne-Nicholls
Ex presidente de la ANFP

Mayne-Nicholls, periodista, trabajó en diversos cargos de la Fifa entre 1994 y 2012, además de haber presidido la Asociación Nacional de Fútbol entre 2007 y 2011.

Esta columna nace escribirla con el corazón.


Vivir la experiencia de ser locales en el Maracaná y salir del estadio orgullosos de lo bien que lo hizo nuestra selección frente a España, impide sumar racionalidad al análisis.


Empecé el día con cierto temor. Había despachado mi columna de ayer –en la qué hablé de los jugadores- y temí “mufarlos” con lo escrito (es decir, traerles mala suerte). Entonces, cuando pasé frente a la Basílica de la Inmaculada Concepción de Botafogo, no pude evitar entrar y agradecer lo vivido en el viaje y esperar una alegría para la tarde.


Al irnos vemos a Arturo Vidal tratando de hacer variar todo el protocolo de seguridad.

Y aunque no creo mucho en las cábalas, tampoco las descartó. Al partido en Cuiabá fui con la camiseta que el antofagastino Pedro Reyes usó en Francia 98 (en su momento, por twitter, hice una encuesta y se impuso a la de Zamorano frente a Venezuela en Barinas 96 y a la de Waldo Ponce frente a Uruguay en Santiago en noviembre 2010) y como ganamos, me dije “caballo bueno repite” y decidí llevar la misma al Maracaná.


Cuando entré a la Iglesia, ya había tenido contacto con muchos chilenos, que en Copacabana, Ipanema, Barra da Tijuca y en cada rincón de Río de Janeiro saludaban con una frase que se hizo común en la jornada “¿tiene una entrada?”.


Ya en las afueras del estadio, la solicitud se hacía cada vez más permanente. Muchos pedían. Uno se preguntaba: ¿cómo tantos pasaron la rigurosa barrera de control donde la policía nos solicitó las entradas? A pesar de ello, la seguridad –comparada con la de Cuiabá- mejoró ostensiblemente.


Ya en la tribuna, siguió la presencia mayoritaria de camisetas rojas de Chile por sobre la de los españoles. Y cuando vino la ceremonia de los himnos, era evidente que el “y ya lo ve, y ya lo ve somos locales otra vez” era algo más que un canto. Era una realidad.

Hay que, al igual que tras el juego en Cuiabá, detenerse en la canción nacional. Ayer fue más evidente aún, el espíritu que despierta entre nosotros. Como el himno nacional de España tiene letra pero no se canta; la manera de interpretar el nuestro en el Maracaná causó aún más impresión.

Y todos contribuyeron a esto. Incluso los dos niños chilenos Antonia y David, que –gracias a la campaña mundial de Mc Donald- ingresaron a la cancha de la mano de un seleccionado chileno.


Antonia fue con Alexis; David con Arturo. Los niños les tuvieron que decir que eran chilenos, pues la mayoría de los que acompañaban a los jugadores provenía de Turquía y países de esa zona del mundo. Antonia recuerda que cantaron fuerte el himno y que le dijo a Alexis que había que ganar. El pulgar arriba del delantero fue la despedida de ambos.


David dijo que Arturo estaba muy callado y concentrado. Tal vez pensando en ese túnel que hizo cuando el partido recién se iniciaba. ¡qué jugada hicieron para advertir que la tarde del Maracaná nos venía bien!


Después la emoción de los goles y el aliento permanente. Una que otra ola entre el público y cientos de olés para celebrar el buen juego de los nuestros, que haciendo un fútbol de calidad tanto en lo ofensivo como en lo defensivo dejaron en el camino al Campeón del Mundo.


Tras el partido, las pocas ganas de salir del Maracaná. Quedarse ahí viendo la cancha y repitiendo en la imaginación los maravillosos momentos que nos brindaron los jugadores era imperioso.


Al irnos, desde el balcón vemos a Arturo Vidal tratando de hacer variar todo el protocolo de seguridad. Cojeando llega a uno de los portones y pide abrirlo para ir a saludar a un grupo de chilenos que estaba al otro lado de la reja.


Lo vemos conversar largo rato y de pronto se dirige a un portón que se encuentra a unos 150 metros. Mismo trámite y mismo resultado. Imposible. Vuelve al portón original, hace un último intento y no logra el objetivo. Algo le dice a quienes le esperan y vuelve al vestuario.


De ahí en más la desbordante alegría de los miles de chilenos con los que nos encontramos al salir del Maracaná y después en Copacabana y cada rincón de esta ciudad.


Todos ellos –la mayoría en el estadio, muchos en el Fan Fest de FIFA y un grupo no menor viendo por TV en algún lugar de Río- fueron testigos de una gran página en la historia de nuestro deporte. “Mañana un chocazo en Maraca” había pronosticado el comentarista de radio brasilera, el día anterior, anunciando la transmisión del partido.


Y no se equivocó. Tras un encuentro vibrante, donde los nuestros tuvieron una inteligencia táctica superior para aniquilar al rival, las palabras para esta columna salen solas. No es necesario pensarlas en profundidad. Las dicta el corazón. Que alegría más grande.



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VIDEO
El triunfo de Chile dentro del Maracaná.

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