Íbamos invictos en esta gira internacional.
Hasta que el martes en la noche vino el anuncio y ayer la concreción. Una inesperada gripe me ganó por lejos. Y me mandó directo a la cama al llegar a Belo Horizonte, tras manejar unas 4 horas en un camino seguro, con muchas curvas y con un paisaje que denota la calidad agrícola de esta tierra.
En la mañana, aprovechamos nuestra estadía en Tres Coracoes, para conocer más de la tierra donde nació Pelé. La plaza en su nombre, inaugurada en 1971, muestra una estatua del jugador levantando la Copa Jules Rimet vestido con el uniforme de la selección brasilera: medias blancas, pantalón azul, camisa amarilla con vivos verdes en el cuello y puño. Igual como se mantiene desde 1953, cuando en Santiago la usaron por primera vez en un juego eliminatorio para Suiza 1954.
Frente a la plaza está el Museo Pelé, que no pudimos conocer pues está en refacciones. Entonces nos fuimos a la casa donde nació y vivió sus primeros 3 años de vida, antes de trasladarse con la familia a Baurú, en el estado de Sao Paulo.
Dicha casa era de sus abuelos maternos. Su madre, Celeste, era la menor de 8 hermanos y en esa casa de 4 habitaciones llegaron a vivir 14 personas, entre ellos “O Rei” y sus 2 hermanos.
Aunque no hay mucha historia en la casa, da gusto como la pudieron conservar y presentarla a los visitantes, recreando de la mejor forma posible como vivía Pelé en sus primeros años.
Dejando Tres Coracoes, nos fijamos como límite para manejar las 13 horas. Ahí partía el match entre Argentina y Nigeria. Paramos en lo que en Chile conocemos como “una picada de camioneros”. Comida caliente, cocinada con Fogao ao Lenha, de lo más variada. Como “Self Service” lo anuncian en la carretera y cuesta unos $ 2500.- por persona… y te puedes servir todas las veces que quieras.
Disfrutando del almuerzo fue un gusto ver la camaradería entre argentinos y nigerianos durante el partido. La despedida de todos en el centro del campo (algo que FIFA promueve desde el Mundial de Francia 98 … y que finalmente parece estar dando gran resultado) junto al gesto del portero de los africanos Vincent Enyeama cuando Messi no lo puede vencer por tercera vez refleja esos momentos que quedan archivados: el placer que da jugar con los grandes (no contra los grandes como habitualmente señalamos).
El arquero del Lille francés, a la salida del segundo tiempo, le dijo en el túnel al árbitro italiano Rizzoli “Messi es muy bueno y además le dan dos tiros libres. Así es muy difícil”.
En el lapso final el argentino –en un cambio que debe haber estado preparado con anticipación- jugó poco más de 10 minutos y pudo anotar su primer triplete en un mundial, al no lograrlo fue cuando Enyeama le señaló de manera muy cordial con el dedo como diciéndole “a mí no me harás 3”.
Fue momento de gran convivencia, todo lo contrario de lo que sucedía a esa misma hora en la conferencia de prensa que dio el uruguayo Diego Lugano en el lugar de concentración uruguaya aquí en Brasil, para defender a su compatriota Luis Suárez.
Marcado por la defensa a ultranza de la mala actitud de su compañero, la conferencia la mostraron íntegramente –en diferido- en la televisión brasilera. Los beneficios de la gripe, me permitieron seguirla una vez que Ecuador ya había quedado eliminado.
Lamenté no escuchar una sola palabra de arrepentimiento. Todo basado en que son circunstancias del juego y que la prensa inglesa persigue a Suárez.. Además el hecho que ha habido otras jugadas polémicas en la Copa, y que no han sido investigadas.
Tras la conferencia, la gente de Sport TV de Brasil emitió un contacto en directo con un periodista uruguayo. Lo mismo. Una jugada más e intrascendente y que no había pruebas fehacientes del mordisco. ¡Qué falta de objetividad por Dios!
La mala suerte de los uruguayos es que justamente ese canal, tenía una cámara en la cancha dedicada exclusivamente a seguir al goleador charrúa –para mi el mejor centrodelantero del mundo y por lejos- y ahí la tesis uruguaya de que se tropezó y por eso cayó sobre Chielini pierde mucha fuerza. Me habría extrañado y mucho si FIFA no hubiese castigado esta acción de Suárez.
Sentado bajo el tibio sol de Belo Horizonte, en una terraza en el piso 12, me entero por Emol de la drástica sanción al charrúa.
Me duelen las 9 fechas de sanción (algunas cumplirá aquí en Brasil, después sigue en las eliminatorias a Rusia 2018), pues verlo jugar es un gran placer, pero si esa acción hubiese quedado impune, se abre la puerta al retorno de tantas acciones que en nada prestigian al fútbol.
Tras esta nota, que se llevó gran parte del programa (como pasó en casi todos los canales, que hablaban más de la acción e Suárez que de los goles de Messi o de la eliminación de Ecuador, el único sudamericano que no sigue en carrera) pasaron a hablar del partido del sábado entre Brasil y Chile.
Mostraron menos de 20 segundos a Claudio Bravo en la conferencia que dio junto a Toselli. Apenas unas palabras del capitán de la selección y cero mención a su incorporación al Barcelona FC de España.
No es tema por estos lados ese fichaje, pero para nosotros los chilenos debiera ser motivo de orgullo que tengamos dos representantes en uno de los grandes clubes del mundo.
Claudio se ha ganado centímetro a centímetro su lugar en el fútbol mundial. Esto sin dudas es fruto de su constante trabajo y seriedad para afrontar los desafíos.
Recuerdo cuando nos preparábamos para viajar a Sudáfrica y ante la carta de un niño, Claudio decidió acceder a su petición y regalarle un par de guantes. Lo quería hacer sin publicidad, sin que fuese difundido por los medios.
Entonces fue posible fijar día y hora para la reunión que se haría en el estacionamiento del Complejo Juan Pinto Durán ya que la selección estaba concentrada.
Llegó el niño con su padre, salió Claudio y le dio los guantes y se quedaron conversando un rato. En parte del dialogo el padre le dice al capitán de la selección “Incluso hoy tuvo que faltar a clases en la escuela para poder venir”.
Claudio se pone serio, mira al padre y se dirige al niño “Hubiera sabido que no fuiste a clases para recibir estos guantes, no te los habría dado. No vuelvas a faltar. Es muy importante que estudies; después de hacerlo es el lugar para el fútbol”.
El chiquito, que con suerte llegaba a los 10 años, lo quedó mirando boquiabierto. El padre mudo. El resto orgulloso de lo que escuchaba de boca del número 1 de la selección.
Su sencillez, autocrítica y modelo de líder positivo (además muy quitado de bulla) encuentra su premio con este traspaso. En la plenitud de su carrera, con una trayectoria brillante en la selección nacional, se va a pelear una camiseta en uno de los grandes clubes del mundo.
De Buin a Barcelona, con escalas en Colo Colo y la Real Sociedad. Un viaje largo que se ha basado en su espíritu de superación y ganas de tener un lugar en la historia.
Algo así me habría gustado oír anoche -mientras la batería de remedios prometía dejar atrás la gripe- pero me debí conformar con las explicaciones de lo inexplicable: cuando nuestros instintos nos hacen olvidar la razón.